viernes, 4 de septiembre de 2009

La última vuelta

Era blanco y de pelo largo.
¡Cuántas veces había soñado con subirme a ese caballo!
Lo vi trotar una y otra vez.
Todos los sábados mi abuelo se levantaba temprano, ponía la pava en el fuego y mientras el agua se calentaba, se iba a comprar el diario. Cuando terminaba de leer sus secciones preferidas, se sacaba el pijama, se vestía y me llevaba a las carreras.
Había un caballo en particular que me tenía atrapado. Si me preguntan quién fue el primer amor de mi vida, yo contesto sin dudar que él. Estaba enamorado, ¡y me moría por montarlo!, pero claro, era muy pequeño y mi madre no me dejaba. Quizás más adelante… Como ella me decía para consolarme cada vez que mi boca pronosticaba puchero, me faltaban “unos cuantos platos de sopa más”.
Así, pasaron los años, mi cuerpo se llenó de sopa y mis cinco dedos de una mano ya no me alcanzaron para contar mi edad. Así que le pedí un dedo prestado a la otra. Así es, ese día cumplí seis años.
Fue el 15 de mayo de 1982. Mi nono, como le decíamos en la familia, llegaba justo para apagar el fuego. El agua, burbujeante, peleaba con la tapa de la pava para lograr escaparse y estaba a punto de noquearla.
Cinco de yerba, dos de azúcar y una pizquita de café. Así era como le encantaba tomarlo. Una vez preparado, se sentó en el sillón y se colocó los anteojos. Las patillas se mantenían en sus orejas gracias a un poco de cinta adhesiva que mi abuelo había encontrado en la mesita de luz de mi papá. El viejo no largaba una moneda a menos que se estuviera muriendo alguien.
“Vamos ganando”, decía una tapa de periódico farsante y tramposa. Mi abuelo, contento, decidió dejar los mates para más tarde y salir a festejar la noticia conmigo. Se puso su boina, sus tiradores y me llevó a las carreras.
Era una rutina. Lo primero que hacíamos después de salir de la casa era ir al puestito de Julián para que mi abuelo me comprara las garrapiñadas. Y entonces sí, una vez que abría mi paquete, estábamos listos para emprender el viaje hacia la parada del 41, el colectivo que nos dejaba a una cuadra de la pista.
Como solía tardar bastante, yo me entretenía tirando garrapiñadas al aire y practicaba agarrarlas con mi lengua antes de que tocaran el piso. La mayoría de las veces fallaba, pero yo no me daba por vencido.
Todo sucedió el día de mi sexto cumpleaños.
Luego de unos cuantos minutos de viaje, llegamos al lugar.
Ahí estaba, con su cola larga y suave. Con sus ojos salvajes y sus dientes brillantes.
Cada vez que los caballos largaban la carrera, yo cruzaba mis dedos y suplicaba para que ganara él. No importaba cuál fuera el resultado, para mí siempre era él el campeón, porque era el mío. El más rápido, el más lindo, el más grande, el más colorido.
Me pertenecía. De alguna forma, dentro de mi corazón infantil e ingenuo, lo había adoptado. Y hasta le había puesto un nombre: “Nonito”.
Me senté en el piso, en ese rincón de ladrillos desde donde siempre observaba la carrera. Estaba por decirle a mi abuelo que se corriera para ver mejor la carrera, cuando de pronto me interrumpió con su voz afónica y quebradiza: “¿Estás listo para tu regalo de cumpleaños?”
No lo podía creer. ¡Estaba por correr la carrera! ¡Si, yo! ¡Con Nonito!
Me subí. Sentía como temblaban mis piernas y mis labios. Mis muelas se golpeaban como autitos chocadores.
Faltaba poco para que comenzara la carrera, faltaba poco para que comenzara a rodar mi sueño.
Le acaricié la cara, le di una palmada en el pecho y le susurré al oído que no me fallara, que corriera lo más rápido posible.
El señor de la gorra azul puso en marcha la galopada. La música comenzó a sonar.
Pasé a todos los caballos, ¡a todos! En cada vuelta que dí, siempre fui el primero. Y gané. ¡Sí, gané!
Todo sucedió muy rápidamente. Estiré mi mano lo más que pude. Mi sonrisa comenzó a dibujarse cuando sentí rozarla con mis dedos.
La música estaba por terminar, era la última vuelta.
Gané. Fui el campeón.
Levanté mi cola, estiré mi mano, y casi en el aire… le robé la sortija al señor de la gorra azul.

1 comentario:

  1. encuentro muy emotiva la historia de Nonito :)
    a los seis años de edad uno adopta sus deseos como su principal idealismo y sustento para sus sueños
    Nice post crazy blonde girl! =)
    hope your doing great!

    max zanT.

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loca, caradura, torpe, despistada, alegre, apasionada, cabeza dura, HINCHA DE BOCA LOCO, AGUANTE LA 12 PAPÁ(jaja re cabeza la mina)fanática de la música, optimista, extrovertidísima, enérgica, suicida(menteeera che, me corté las venas 3 veces nada más, qué te pensás?) chamuyera, hiriente(con los que se lo merecen), amable(con los que no), familiera, buena onda los días comunes, mala onda los días que me viene, arriesgada, anormal, pajera mallll(hablo de fiaca no de chongos), intratable(a veces), fuerte, macanuda (ja!qué palabra graciosa), compradora compulsiva, en crisis con el sexo opuesto, delirante, nazi y recontra puta(eeeeeh, mentira), detallista, a veces muy simple, a veces demasiado complicada,sobreprotectora de la gente qe quiero, amante de la vida,amante de los perritosss(l),felizzzz, laburadora (pfff), responsable e irresponsable en un 50 y 50 %, charlatana, re gesticulosa(eso me dicen), ah y qe tengo colmillos grandes me dicen(qué tiene que ver, na?) Bueee qué se yo. Soy yo! Agustina! Agus, Agu o "Boluda" para los amigos, "Pelotuda" para mi hermana más chica, "Guchi" o "Piruli" para la más grande y "Un caso especial" para mi ex novio. Gracias por pasar :)